Silva, siempre ha sido una persona destacada. En 1963, en los remotos años escolares en el Externado de San José, cuando cursaba el penúltimo curso, fue nombrado “bedel” .
“Era la persona que los padres nombraban para que se hiciera responsable del curso”, recuerda Silva, quien fue el segundo bachiller de su promoción en 1964.
Comenzó a estudiar en el colegio jesuita, considerado entonces “elitista”, el primer curso (séptimo grado) luego de haber concluido la primaria en la Escuela Americana (EA).
“Mi papá fue de la idea de que cuando hiciéramos sexto grado nos saliéramos. Esta idea la compartió con otros padres de familia y nos salimos cuatro muchachos”, recuerda Silva.
Archie Baldocchi, Javier Gasteazoro y Humberto Escapini eran los otros jóvenes que de la EA llegaron al Externado. La procedencia de una educación mixta y bilingüe les generó fama y bromas entre sus nuevos compañeros. “Trajeron un ambiente bilingüe que ayudaba en las clases de inglés”, cuenta Herbert de Sola, quien conoce al candidato presidencial desde la infancia, pues su padre y el de Silva eran médicos.
Silva compartió las aulas, además, con Eduardo Sancho, el ex comandante guerrillero, otro conocido de la infancia, y Francisco Díaz, ex concejal del Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ) por mencionar algunos.
De Sola, Díaz y Sancho dicen sobre su ex compañero: “Era malísimo para los deportes, pero siempre fue un estudiante excelente”. Y en esa época “los carismáticos eran los atletas, no los estudiosos”. Aun así, Silva era buscado para corroborar apuntes y estudiar en víspera de exámenes. Se disputaba las mejores calificaciones con Baldocchi y Jorge Torruela.
En las vacaciones, Silva y sus cuatro hermanos menores, Mauricio, Alex, Ana Gloria y Carmen María, viajaban a San Miguel a las fincas de la familia. Ahí fue donde tuvo su primer empleo remunerado, en 1963, como pesador y apuntador de café.
“Héctor era el modelo, el mayor, el que dirigía, no era enojado y siempre buscaba la solución a los problemas. No peleaba con los demás”, recuerda Carmen Argüello de Salazar, tía materna del candidato, quien está casada con Ricardo Salazar d’Aubuisson, tío paterno del mayor Roberto d’Aubuisson.
“A (Roberto) lo veíamos con respeto; además era militar y eso despertaba interés. Él discutía mucho con mi papá, que era demócrata cristiano; lo hacía con mucho cariño”, recuerda Silva.
El Externado, además de una buena educación, le propino a Silva un baño de “la sensibilización social”. Los sacerdotes formaban círculos de reflexión social e iban junto a los estudiantes a visitar comunidades pobres como La Fortaleza y El Manguito para dar catequesis.
El ingreso a la Universidad de El Salvador (UES), en 1965, significó el encuentro más directo con la política. Silva ingresó a la Acción Católica Universitaria (ACUS). En esta organización conoció a Jorge Villacorta, Rubén Zamora y Héctor Dada Hirezi, quien ya era miembro del
Partido Demócrata Cristiano (PDC), y al obispo Arturo Rivera y Damas.
“Fuimos compañeros en materias comunes y vi en él cualidades de dirigente y lo invite a la ACUS”, dice Jorge Villacorta, quien estudiaba Medicina en esa época. Al siguiente año, Silva fue dirigente de la ACUS y participó en la formación de la Federación Revolucionaria
Estudiantil de Social Cristianos que ganó la directiva de nueve facultades. El político comenzaba a surgir.
Abolengo político
La familia de Silva, además de vivir con holgura, era muy activa en política. Su abuelo paterno, José Silva, fue alcalde de San Miguel de 1919 a 1934, mientras que su abuelo materno, Arthuro Argüello Loucel, fue presidente de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) en 1947 y embajador en varios países europeos, entre 1922 y 1942.
Héctor Silva padre, por su parte, fue fundador del PDC, y regidor en la Alcaldía de San Salvador en los dos períodos que Napoleón Duarte estuvo al frente de esta. Antes había sido cónsul honorario en Boston de 1947 a 1949 y miembro del Consejo Nacional de Seguridad
Pública durante las presidencias de Óscar Osorio y José María Lemus.
“Seguimos los pasos de mi padre en el PDC revolucionario”, argumenta Mauricio Silva, su hermano. “En aquel tiempo sólo había tres opciones: el oficialismo, que era el PCN, los comunistas o el centro. El paso lógico era la Democracia Cristiana que tenía su acción social basada en el compromiso social de la Iglesia”, dice Héctor Silva, quien se afilió al PDC en 1967.
En ese año, ambos hermanos cuidaron urnas cuando Abraham Rodríguez era el candidato presidencial del PDC. Eso le valió a Silva su primera y única ocasión tras las rejas. Estaba en
Concepción de Oriente, al norte de La Unión, cuando la Guardia Nacional (GN) impidió la apertura de las urnas y lo llevó a él y otros cuatro pedecistas a una bartolina municipal donde permanecieron ocho horas.
“Nos dijo el guardia: ‘Para evitar cualquier problema nos van a acompañar...’. Era un cuartito de adobe con una ventanita que daba al Goascorán. A las cuatro de la tarde nos sacaron”, relata Silva.
La afinidad izquierdista, sin embargo, le valía muchos inconvenientes. “En ese tiempo ser Silva Argüello era esperar horas en una oficina de migración porque estaban siempre ellos (Héctor y Mauricio) en las listas”, cuenta Ana Gloria, su hermana.
Eso fue lo menos, los Silva Argüello también vieron cómo sus casas fueron registradas en más de una ocasión y sufrieron múltiples amenazas, hasta que la vida se volvió, al menos en el país, insoportable.
En 1979, luego de ver como el PDC fracasaba en sus intentos en llegar al poder por la vía electoral, los Silva observaron cómo el último presidente militar caía mediante un golpe de estado. Ambos colaboraron con el nuevo gobierno de facto. Mauricio se desempeñó como subsecretario de Planificación y Héctor como director de Salud en San Miguel.
Pero la emoción duró poco, los izquierdistas fueron depurados de aquel gobierno y el PDC se comenzó a acercar a la derecha. “Me volví muy crítico de la actuación del PDC por su alianza con militares”, dice Silva. “No nos quedó más camino que renunciar e irnos al exilio porque si no, no estuviéramos vivos”, relata Héctor Dada Hirezi, quien fungió tres meses como canciller.
En ese año, 1980, los Silva formaron con Zamora, Villacorta y Díaz el Movimiento Popular Social Cristiano (MPSC) y el Frente Democrático Revolucionario (FDR). En mayo, partieron a una gira del FDR y FMLN por Europa, Estados Unidos y América del Sur cuando en los periódicos fueron publicadas las “listas de los traidores de la patria” .
Los nombres de los disidentes del PDC eran parte del listado. Mario Zamora, hermano de
Rubén, fue asesinado y en la casa de Mauricio fue colocada una bomba que no estalló. Esto los obligó a quedarse fuera del país, en el exilio.
Héctor vivió en México dos años con su esposa, Marina Estela, y sus dos hijos, Héctor y Claudia, y trabajó en proyectos de atención a refugiados “para vivir precariamente”. E hizo “representación diplomática internacional”. Luego estuvo en Nicaragua.
“El FDR era el aliado político del Frente. Hacía gestiones, conseguían apoyo político y financiero. Pero en 1989 ya no participaron con el FMLN”, comenta Eduardo Sancho, ex compañero de estudios y ex comandante de la Resistencia Nacional (RN).
Héctor niega que el FDR gestionara fondos para el FMLN. Al igual que Villacorta.
“Gestionábamos recursos para nuestras actividades políticas del MPSC y del FDR, no para el FMLN”, sostiene.
Mientras Héctor y Mauricio estaban en el extranjero, la casa de Ana Gloria, una de sus hermanas, fue cateada en varias ocasiones, y Silva padre fue detenido en una ocasión.
“Mi mamá me decía: ‘Mejor salite de la política y te quedás aquí’. Mi padre fue quien más trató de comprendernos y ayudarnos”, recuerda Silva, quien vio por última vez a sus padres en mayo de 1982 en Costa Rica. Un mes después, su madre Gloria Argüello falleció de leucemia; y en diciembre de 1984, su padre de cáncer en los pulmones.
Una semana después de la muerte de su padre, en 1985, Silva retornó al país, y comenzó a trabajar en la UES como Jefe del Departamento de Salud Materno-Infantil. También volvió a la política.
El MPSC se alió a otros dos partidos de izquierda y formaron Convergencia Democrática (CD), y postularon en 1989 a Guillermo Manuel Ungo como candidato a la presidencia. Esta candidatura no obtuvo un gran apoyó electoral, pero abrió un frente electoral para la izquierda en El Salvador.
La Convergencia participó después en las elecciones legislativas y municipales de 1991, en las que obtuvo siete diputados. Uno de ellos era Héctor Silva, en representación de un departamento que no prometía mucho para el partido: La Libertad.